Salir a la terraza a cenar, poder ver mientras todas las luces de las casas y estar al aire libre, a la luz de la luna, con el olor del buen café, recién hecho, saliendo de la cocina...
Ir tranquilamente paseando por la orilla de la playa y sentir al mar besandome los pies.
Estar echada en la cama, al lado de la ventana, y que la brisa me provoque un escalofrío. Poder dormir bajo mis sábanas blancas sin pasar calor.
El silencio, que a menudo solamente se rompe por el sonido del mar.
Podría vivir aquí todo el año y dejar mi felicidad a merced de las olas.
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