14 septiembre 2007

Resucitanto el blog

Ahora que ya ha terminado la fatídica época de los exámenes (no lo digo porque me haya ido mal, sino por lo mal que se pasa; "fatídica" y "exámenes" deberían ser sinónimos), es momento de volver a empezar proyectos, guardar apuntes y confeccionar horarios.

Personalmente no entiendo a los estudiantes que miran el final del verano con mala gana y se lamentan por volver a tener que empezar un nuevo curso. Para mí son los días más gratificantes del año, por estas razones en concreto:

- La más importante es que suponen el final de los exámenes: siempre que se empieza algo es porque se ha terminado otra cosa importante, y a nivel estudiantil cada final significa nervios, tensión por exámenes y pruebas, en definitiva: pasarlo mal. La descarga de adrenalina después de eso es gratificante, se mire por donde se mire.

- Se marcan nuevos retos personales: ni en Navidad nos proponemos tantos. Normalmente son retos académicos, o también de ocio (escribir en el blog, ir al gimnasio, clases de yoga, plantearse el aprender idiomas...). Lo normal es no cumplir ni la mitad, pero eh... ¿y lo ilusionad@ que estás cuando sueñas con cumplirlos qué?

- La tranquilidad: con la que se empieza todo, sabiendo que tienes toooodo un curso por delante. Todo el mundo sabe que incluso los profesores se lo toman con paciencia. A final de curso ya vendrán los achuchones y apretujones de temario para que dé tiempo a terminarlo, pero ahora gozamos todos de esa paz que sabes que se debe aprovechar porque sólo durará hasta, como mucho, Navidades.

- Y la cuarta y última, los fascículos por entregas de septiembre: si pensáis que los tres puntos anteriores se basan en parte en engañarnos a nosotros mismos, en este punto ya no es ese el caso. Los fascículos son perfectos... una oportunidad que sólo tenemos una vez al año de hacernos con la ganga de turno. Y no lo digo por la colección del barquito de la Edad Media, ni por la maqueta del Ferrari, ni por el punto de cruz. Del primero, seguramente alguien perdería o se tragaría el palo mayor antes de que llegara el segundo fascículo, del ferrari, la primera rueda que nos dan iría a parar debajo del sofá, y sobre el punto de cruz... prefiero no hablar cómo podríamos acabar con la aguja.

Me refiero a los libros, cómics y dvds. Para aprovechar estas ocasiones hay que ser especialista en captar cada anuncio de la tele y poder hacerse así con el primer fascículo de cada colección de estos tres objetos tan preciados. ¡Y están tirados! Nunca encontraremos un libro tan bien encuadernado (y en tapa dura) por tres míseros euros (y no cualquier libro, sino al primera parte de dos de las obras de Sigmund Freud, menudo tocho). Y si tenemos suerte con los dvds nos pasará lo mismo.

Esos son mis cuatro motivos por los que, para mi, septiembre es un mes que cojo con ansias renovadas y con muy buen humor, así que ya sabéis, a disfrutarlo toca.

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